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martes, 30 de diciembre de 2008

"La República de los Maestros"

Viaje documental y audiovisual por la Memoria Histórica de la reforma pedagógica de la II República a través de los recuerdos de sus entonces protagonistas:

- Sus escolares, por ejemplo, las hermanas Carmen y Paquita Ruiz Peinado, y los hermanos Enrique y Mercedes Cavero, tod@s niñ@s madrileñ@s de la guerra que fueron evacuad@s junto con sus maestros a Igualada en 1936.

- Sus maestros, como Palmira Plá, maestra de la Escuela Normal de Teruel, luego socialista, exiliada entre 1936 y 1975 y diputada en las Constituyentes; Severiano Nuñez García, maestro de Jaraiz de la Vera y de La Herreruela, fusilado; y Bernardo Pérez Manteca, maestro en Fuentesaúco, y sus hijos Arquímedes y Arístides Pérez Sánchez, maestros en Asturias, todos ellos fusilados, los dos primeros en Zamora y el tercero en Toro.

- Sus misioneros, intelectuales, impulsores y animadores, como el cineasta José Val del Omar, el poeta Federico García Lorca o el dramaturgo y maestro Alejandro Casona.

El documental hace un recorrido por las medidas educativas –sin eludir las dirigidas directamente contra las órdenes religiosas-, la catástrofe de la guerra civil y la represión que siguió contra los maestros republicanos.

Un sentido, triste y evocador documental de 45 minutos de duración, producido por Televisión Española, con guión de Victoria Martínez y realización de Arturo Villacorta; una visión estremecedora de cómo "el progreso pedagógico y espiritual que iba alcanzando España durante la República quedó descabezado por la terrible Depuración franquista" a la que fueron sometidos los 40.000 maestros que había en el Estado español, el 30% de los cuales resultaron asesinados, encarcelados, despedidos o inhabilitados por los victoriosos y vengativos golpistas. En resumen, el recuerdo de una España que pudo ser, de "una España posible, una España distinta, más culta, incluso en sus rincones más remotos, y más solidaria".


http://www.tu.tv/videos/la-republica-de-los-maestros

jueves, 25 de diciembre de 2008

Benjamín y Honorino Abad Mayorga: la determinación de la fuerza de la razón

Benjamín y Honorino Abad Mayorga eran originarios de San Justo de la Vega (León), pueblo del Bierzo en su comarca maragata, a la vera de Astorga. Su padre era Jorge Abad Domínguez, un hombre inteligente, cultivado y librepensador, que llegó a poner al primero de sus hijos el evocador nombre científico de “Darvin”. Los hermanos y el padre se establecieron en el pueblo leonés de Espina de Tremor, localidad en la que Jorge Abad fundó tienda y cantina. Golpeada la República por la traición de sus felones funcionarios armados e iniciada la guerra, Benjamin y Honorino, ya convertidos en mineros y afiliados a la UGT, marchan a Asturias como milicianos. Derrotados los leales en el Frente Norte, Benjamín y Honorino huyen y se esconden de los vengativos fascistas ebrios de victoria. Mientras tanto, los falangistas de Tremor de Arriba apresan al padre, Jorge Abad, y lo matan tras varias palizas el 20 de octubre de 1937. Este asesinato venía a unirse a los centenares cometidos por los golpistas en esta comarca, en la que siembran un terror pavoroso entre jóvenes y ancianos, mujeres y niños. En Brañuelas –y es sólo un ejemplo en absoluto aislado-- asesinan a un inofensivo anciano de 83 años y a Magín, familiar de Jorge Abad.

Sabedores del apresamiento de su padre e ignorantes de su fatal y funesto destino, Benjamín y Honorino se entregan engañados a las nuevas autoridades militares franquistas, con el noble propósito de intentar lograr la excarcelación de su progenitor. Son apresados e ingresan en la cárcel a la espera de juicio. Benjamín fue juzgado y condenado por el delito de "Adhesión a la Rebelión" el día 11 de enero de 1938 a la pena de 30 años. Honorio obtuvo una pena similar. Ambos fueron horrorizados testigos involuntarios de las barbaridades cometidas por los franquistas en las muchas prisiones y cárceles por las que pasaron, entre ellas las de Ponferrada, León, Figueirido, Oviedo, Ciaño, Oviedo, Celanova y Santiago de Compostela, desde la que Benjamín fue liberado condicionalmente en 1943. En 1948 los hermanos fueron nuevamente apresados y juzgados ambos por homicidio y ayuda a la evasión de perseguidos por la justicia, siendo en este caso condenados a la pena de 3 años y encerrados nuevamente en Ponferrada, León, en el Destacamento Penal del Pozo de Fondón (en el que realizó trabajo esclavo para la empresa Duro Felguera), en Zamora y en Toro. El 17 de febrero de 1951 Benjamín salió nuevamente en libertad condicional.

Benjamín Abad Mayorga y unos compañeros de prisión, en un lugar y fecha no determinados.

Benjamín Abad Mayorga y unos compañeros del Destacamento Penal del Pozo Fondón, celebrando la festividad de La Merced, única del año en la que podían recibir visitas y fotografiarse. 24 de septiembre de 1949.

Grupo de trabajadores de un Destacamento Penal. La página "Asturias Republicana" indica que pertenecen a la explotación del Pozo Fondón, en Langreo, Asturias. El blog de KDJER explica en sus páginas que pertenecería a la explotación del Pozo Sotón, también en Langreo. En ambos casos, los forzados realizaban faenas casi gratuitas para empresas privadaa como Duro Felguera, las cuales eran beneficiarias de concesiones y privilegios adjudicados por las autoridades franquistas.

En abril de ese año comenzó Benjamín a trabajar en una mina de La Magdalena, quizás uno de los pocos lugares en los que no se exigía un certificado de antecedentes penales para comenzar a laborar en el tajo. En ella, dejó Benjamín su salud y sus pulmones, arrastrando desde entonces una enfermedad respiratoria crónica que le acompañaría hasta el último de sus días. Casó Benjamín en 1955 y tuvo una hija llamada Antonia, Toñi, en 1959, la cual mantuvo y mantiene con orgullo, desde que tuvo uso de razón, el buen nombre, la dignidad y el honor de su padre Benjamín, de sus tíos Honorino y Magín y de su abuelo Jorge.

Durante todas sus vidas, Honorino y Benjamín fueron espíritus libres y apegados a su juvenil y honesto amor por la República y por la Democracia. Honorino falleció en 1990 y Benjamín lo hizo en el año 1999. Aún hoy, en 2008, a ambos les añoran sus familias y recuerdan con orgullo su ejemplo y su compromiso con la Libertad.

domingo, 21 de diciembre de 2008

SHOAH: crónica del horror

Allá por mediados de los ochenta y cuando estaba en su apogeo la democratización de Radiotelevisión Española, se emitieron (creo recordar que en una única sesión nocturna) las 9 ó 1o horas que daban cuerpo y forma al impactante documental "SHOAH". Este trabajo francés acerca de la represión sobre el pueblo judío --desde mi óptica, el más dramático y sobrecogedor que haya tenido ocasión de contemplar nunca-- marcó para siempre un estilo y una época en la escuela de reportajes de índole política. No por archisabidos los detalles del Holocausto, SHOAH deja de horrorizar y conmocionar. La escalofriante obra de Claude Lanzmann es el mayor y más espeluznante catálogo de las más variadas expresiones de maldad, muerte y exterminio, y paralelamente revela de forma hiperrealista la entereza imperecedera del espíritu humano, personificado en los estoicos judíos supervivientes. Es por ello por lo que lo traigo aquí, ya que en buena medida SHOAH es un ejemplo de cómo un leve resquicio de vida puede pervivir --a la manera de la memoria de nuestros supervivientes de los campos y prisiones de Miranda, Valdenoceda, Albatera, Porlier, Castuera y tantos otros-- con el decidido propósito de dar testimonio de los que desaparecieron y fueron asesinados por aquellos que sembraron la muerte en los campos y ciudades de Europa y España.

La ficha técnica del documento de Lanzmann es la siguiente:


Dirección: Claude Lanzmann

Ayudante de dirección: Corina Coulmas, Iréne Steinfeld-Levi

Producción: Brigitte Faure

Sonido: Bernard Aubouy, Danielle Fillios, Michel Vionnet

Editor: Ziva Postec, Anna Ruiz

Reparto: Simon Srebnik, Michael Podchlebnik, Motke Zaidl, Hanna Zaidl, Jan Piwonski, Itzhak Dugin, Richard Glazar, Paula Biren, Pana Pietyra, Pan Filipowicz, Pan Falborski, Abraham Bomba, Czeslaw Borowi, Henrik Gawkowski, Rudolf Vrba, Inge Deutschhkron, Franz Suchomel ,Filip Müller, Joseph Oberhauser, Anton Spiess, Raul Hilberg, Franz Schaliing, Martha Michelsohn, Claude Lanzmann, Moshe Mordo, Armando Aaron, Walter Stier, Ruth Elias, Jan Karski, Franz Grassler, Gertude Schneider, Itzhak Zuckermann, Simha Rotem

Datos y cifras

País: Francia

Año: 1985

Género: Documental

Duración: 566 minutos

Idioma(s): Alemán, inglés, francés, italiano, polaco, hebreo, yiddish


SHOAH puede visionarse libremente en las principales plataformas de vídeos domésticos, entre ellas en Megavídeo. He colocado en "Todos los Rostros" su reproductor de vídeo y, por si éste fallara, también he copiado los enlaces que conducen a la ubicación del almacenaje de sus ficheros. Espero que no tengáis problemas para poder acceder a ellos y que lo hagáis con calma y emoción.

SHOAH: primero de ocho capítulos
http://www.megavideo.com/?v=2FS5P1WG



SHOAH: segundo de ocho capítulos

http://www.megavideo.com/?v=847TMSOM



SHOAH: tercero de ocho capítulos

http://www.megavideo.com/?v=BNJPRNCE


SHOAH: cuarto de ocho capítulos

http://www.megavideo.com/?v=RFV6N0Y2


SHOAH: quinto de ocho capítulos

http://www.megavideo.com/?v=R3EHE91T


SHOAH: sexto de ocho capítulos
http://www.megavideo.com/?v=EFRJH3GF


SHOAH: septimo de ocho capítulos

http://www.megavideo.com/?v=3FU9AAEA


SHOAH: octavo de ocho capítulos
http://www.megavideo.com/?v=LKWF1NA0


Por último, es interesante leer el texto que acerca de SHOAH publica la Wikipedia. Es éste:

Shoah
(del hebreo שואה, "catástrofe") es una película documental del realizador francés Claude Lanzmann, estrenada en 1985, y de aproximadamente nueve horas de duración. Los subtítulos y testimonios filmados para el documental se publicaron por escrito en un libro con el mismo nombre, que fue traducido al castellano en el año 2003.

El filme de Claude Lanzmann es un documental de historia oral, filmado a lo largo de cerca de diez años en diferentes continentes. Reúne testimonios, en primera persona, de víctimas, testigos y verdugos del exterminio de las comunidades judías durante la Segunda Guerra Mundial. Cada uno de los invitados a participar en el documental narra su personal vivencia de los sucesos relacionados con el Holocausto judío.

El formato de las intervenciones fue concebido por Lanzmann como una entrevista. El director interviene para evocar los recuerdos de cada invitado, en ocasiones preguntando por detalles técnicos (por ejemplo, sobre el número de vagones de cierto tren, o la capacidad de cierto horno crematorio), o por emociones y sentimientos, e incluso sobre detalles relativamente anodinos, pareciendo tener su papel una mera función fática (como, por ejemplo, cuando pregunta si había árboles en el gueto de Varsovia). Sin embargo, no es difícil interpretarlo como una falsa entrevista, en la que el director solamente pregunta u observa cuando el entrevistado no puede, o no quiere, seguir hablando. Es frecuente que los testigos se detengan a causa de un desmoronamiento psicológico. En esas ocasiones, Lanzmann insiste en el deber del invitado de seguir hablando.

Es importante subrayar, para destacar la peculiar naturaleza documental del filme, que la película no contiene imágenes de archivo ni banda musical. Toda la obra se estructura en entrevistas individuales o colectivas, en tiempo presente y en los más variados escenarios, o en visitas a los lugares donde ocurrieron los hechos tal y como se conservan en el momento de la grabación, estando presentes o no los testigos. El hecho de que no haya voz en off, salvo brevísimas intervenciones para aclarar lugares o hechos obviamente desconocidos para el espectador, recalca, por otro lado, que el filme se concibió bajo los planteamientos de la historia oral.

Los testimonios se recogieron en los siguientes idiomas: inglés, francés, alemán, italiano (empleados todos ellos directamente por Claude Lanzmann), yiddish, hebreo y polaco. La versión española no se editó doblada, sino subtitulada.

Los entrevistados

Una de las originalidades del documental es que reúne, de manera entrelazada, testimonios de muy diversa índole. El complicado montaje del filme convierte una sucesión de monólogos en un debate donde cada entrevistado da su particular visión de unos mismos hechos (desde la máquina de tren que empujaba los vagones, desde los terrenos que circundan la vía, desde el interior de los vagones, desde el interior del campo...). Las personas entrevistadas (más de treinta) obedecen a las siguientes categorías:

  • Víctimas, es decir, judíos que padecieron la persecución y sobrevivieron por una u otra causa; pueden intervenir a título individual o colectivo (como es el caso de la comunidad judía de Corfú).
  • Victimarios, es decir, aquellos que participaron directamente en el exterminio; así, el documental recoje entre otros, el testimonio del SS Franz Suchomel, rodado con cámara oculta bajo la promesa (incumplida) de no ser revelada la identidad del entrevistado.
  • Testigos, es decir, los que sin ser víctimas ni victimarios, resultaron, por diversas razones, ser conocedores, en una u otra medida, de lo que estaba ocurriendo; pueden ser entrevistados individualmente o en grupo (como ocurre con los campesinos que viven en torno al campo de Auschwitz, en polaco, Oświęcim).
  • Expertos, es decir, personas que, sin estar directamente implicadas en los acontecimientos, los han estudiado; el único entrevistado que se enmarca en esta categoría es el historiador Raul Hilberg.
  • Interesados, es decir, personas que no habiendo vivido los acontecimientos directamente se preguntan por lo sucedido (como es el caso de Hanna Zaidl).

Reparto

Las personas entrevistadas en el documental, a título individual, son las siguientes:

  • Simon Srebnik: uno de los dos únicos supervivientes del campo de Chelmno. Contaba trece años cuando ingresó, y se le asignaron diferentes tareas en el campo, entre ellas, cantar para los guardias una canción en alemán. Pocos días antes de la liberación del campo, fue dado por muerto por el guardia que le disparó en la cabeza para ejecutarlo. Se marchó a vivir a Israel. En el documental, accede revisitar, con cuarenta y seis años, lo que queda del campo, y vuelve a cantar para la cámara y a hablar junto con los vecinos de Chelmno.
  • Michael Podchlebnik: uno de los dos únicos supervivientes del campo de Chelmno. Encargado de vaciar las cámaras de gas, retiró él mismo los cuerpos de su mujer y sus hijos.
  • Motke Zaidl: superviviente de Vilna, en Lituania. Vive en Israel en el momento de la entrevista.
  • Hanna Zaidl: hija del anterior.
  • Jan Piwonski: superviviente de Vilna, en Lituania.
  • Itzhak Dugin: superviviente de Vilna, en Lituania. Analiza el vocabulario empleado por los guardianes para referirse a los cadáveres.
  • Richard Glazar: superviviente de Treblinka. Es entrevistado en Suiza.
  • Paula Biren: superviviente polaca, no regresó nunca a ese país. Es entrevistada en Cincinnati, en Estados Unidos.
  • Pana Pietyra: vecina de Auschwitz.
  • Pan Filipowicz : vecino de Woldawa, expone el alto porcentaje de judíos de su localidad, en la cual ya no queda ninguno.
  • Pan Falborski: describe el campo de Chelmno.
  • Abraham Bomba: barbero de profesión (y entrevistado mientras trabaja en su barbería de Israel) describe el funcionamiento del campo de Treblinka, en el cual hubo de cortar el pelo a los judíos justo antes de que entraran en la cámara de gas.
  • Czeslaw Borowi: granjero de Treblinka, explica, entre otras cosas, el significado del gesto de llevarse en dedo índice de la mano al cuello, para avisar a los judíos de los trenes de su destino.
  • Henrik Gawkowski: maquinista de Treblinka, encargado del transporte de judíos.
  • Rudolf Vrba: superviviente de Auschwitz, cuyo nombre original es Walter Rosenberg, y uno de los pocos que consiguieron fugarse del campo.
  • Inge Deutschhkron: nacida en Berlín, cuenta los procedimientos de deportación de judíos berlineses .
  • Franz Suchomel: SS Unterscharführer, guardia del campo de Treblinka, grabado con cámara oculta bajo promesa (incumplida por el director) de no ser revelada su identidad; Suchomel ofrece explicaciones técnicas muy detalladas del proceso de exterminio.
  • Filip Müller: judío checo superviviente de las cinco liquidaciones del Sonderkommando de Auschwitz, describe el funcionamiento de los crematorios.
  • Joseph Oberhauser: asistente del comandante del campo de Belzec, su nombre es mencionado por Franz Suchomel, y el director lo localiza en una cervecería de Munich; donde se niega a ser entrevistado.
  • Anton Spiess: abogado de la acusación de los juicios de Frankfurt de 1960 sobre el campo de Treblinka.
  • Raul Hilberg: historiador, analiza el fenómeno de de la persecución contra los judíos desde sus orígenes, y examina algunos documentos relativos a la administración ferroviaria.
  • Franz Schaliing: alemán, grabado con cámara oculta bajo promesa (incumplida por el director) de no ser revelada su identidad, analiza el proceso de exterminio del campo de Chelmno.
  • Martha Michelsohn: mujer de un maestro de escuela nazi, vivió en los alrededores del campo de Chelmno.
  • Moshe Mordo: superviviente de Auschwitz.
  • Armando Aaron: presidente de la judería de Corfú, es entrevistado junto con otros judíos de esa misma localidad; de los 1700 judíos de Corfú, solamente sobrevivieron 122.
  • Walter Stier: funcionario alemán, jefe de de la oficina de administración de los ferrocarriles del Reich, explica el significado de la expresión “tren especial”, junto a otros detalles de la planificación de los trenes con deportados.
  • Ruth Elias: judía checa, superviviente de Auschwitz.
  • Jan Karski: (entrevistado en Nueva York) enlace de la resistencia polaca con el gobierno en el exilio. Le fue mostrado el Gueto de Varsovia y le fue encomendada la tarea de avisar a las potencias aliadas de lo que estaba sucediendo en el centro de Europa.
  • Franz Grassler: administrador alemán del Gueto de Varsovia, expone los objetivos de la creación del Gueto y los contactos que tuvo con los representatantes de la comunidad judía.
  • Gertude Schneider (nacida como Guertrude Hirschhorn), superviviente del Gueto de Riga.
  • Itzhak Zuckermann: superviviente del Gueto de Varsovia.
  • Simha Rotem: superviviente del Gueto de Varsovia.

Se entrevista también a los vecinos de Chelmno, frente a la iglesia, durante la cual un habitante expone la teoría de la expiación para explicar el holocausto (según la cual los judíos estarían pagando por el asesinato de Cristo).

Observaciones

De Claude Lanzmann: “Presento aquí al lector el texto íntegro –palabras y subtítulos– de mi película, Shoah. En la pantalla, los subtítulos son lo inesencial. Reunirlos, sin embargo, en un libro, registrar, página a página, esta sucesión de instantes puros que mantienen en la película la escansión impuesta por el orden fílmico, les obliga a pasar, sin embargo, de lo inesencial a lo esencial; les confiere, de golpe, un estatuto diferente, una distinta dignidad y algo así como un sello de eternidad. Tienen que existir solos, defenderse solos, sin ninguna indicación de puesta en escena, sin una imagen, sin un rostro, sin un paisaje, sin una lágrima, sin un silencio, sin las nueve horas y media de cine que constituyen Shoah. Incrédulo, leo y releo este texto exangüe y desnudo. Una extraña fuerza lo recorre de una a otra parte; él resiste, vive de su propia vida. Es la escritura del desastre y, para mí, esto es otro misterio…Durante la larguísima preparación del film me invadió la sensación de vivir entre muertos. El reino de la muerte había triunfado. Cuando encontraba a algún testigo vivo, tenía la sensación de exhumarlo… Shoah es un film sobre el último instante, sobre la radicalidad de la muerte en las cámaras de gas, sobre los únicos testigos de la aniquilación de todo un pueblo.. Casi nunca dicen yo, dicen nosotros. Nadie cuenta por qué combinación extraordinaria de coraje, audacia o suerte consiguió sobrevivir, o como ha sido su vida después. Eso no tiene importancia. Ni lo pregunté. Sobrevivir es lo anecdótico, es lo que contó Steven Spielberg en su película.”

Simone de Beauvoir: “No resulta fácil hablar de Shoah. La película tiene magia y la magia no se puede explicar. Después de la guerra, hemos leído gran cantidad de testimonios sobre los guetos y sobre los campos de exterminio; hemos quedado conmocionados. Pero, al ver ahora la extraordinaria película de Claude Lanzmann, caemos realmente en la cuenta de que no sabíamos nada. A pesar de todos nuestros conocimientos, la experiencia, con todo su espanto, permanecía a considerable distancia de nosotros. Por primera vez, podemos vivirla dentro de nuestra cabeza, en nuestro corazón, en nuestra carne. Se convierte en algo nuestro. Ni mera ficción, ni estricto documento, Shoah logra esta recreación del pasado con una impresionante economía de medios: lugares, voces, rostros. El gran arte de Claude Lanzmann consiste en hacer hablar a los lugares, resucitarlos a través de las voces y, más allá de las palabras, expresar lo indecible mediante los rostros. El montaje de Claude Lanzmann no obedece a un orden cronológico; yo diría –si se puede emplear esta palabra a propósito de esto– que es una construcción poética. Nunca jamás hubiera podido imaginar semejante alianza entre el horror y la belleza. Desde luego, la segunda no es capaz de ocultar al primero, no se trata de esteticismo: al contrario, ella la ilumina con tal inventiva y con tal rigor, que podemos darnos cuenta de que estamos contemplando una gran obra. Una obra maestra en estado puro.”

sábado, 20 de diciembre de 2008

"Muerte de un miliciano": ¿auténtica o falsa? Fin y última entrega

Ya reflejada en sucesivas entregas, quiero con esta entrada poner punto final --al menos en este blog de "Todos los Rostros"-- a la por el momento no resuelta polémica sobre la hipotética autenticidad de la instantánea "Muerte de un miliciano" de Robert Capa, ya que lejos de atenuarse, el debate se acentúa con el transcurso de los días. Una exposición que en la actualidad se está desarrollando en Londres, saca a la luz pública la serie supuestamente completa de negativos de la secuencia de la aparente muerte del miliciano alicantino Federico Borrell García en Cerro Muriano, Córdoba, y de su innominado compañero. Y tal como lo interpretan Radio Televisión Española y su corresponsal en Londres Miguel Ángel Idígoras en sendas informaciones, una necrológica publicada por un compañero de Federico en 1937 desmentiría que el retratado fuera Borrell y simultáneamente, el orden secuencial de los negativos tomados por Capa en Cerro Muriano confirmarían la veracidad de las imágenes. Ciertamente confuso. Pero así puede leerse y verse en líneas más abajo o en http://www.rtve.es/noticias/20081219/una-necrologica-desmiente-que-taino-sea-hombre-fotografia-muerte-miliciano/209061.shtml y en http://www.rtve.es/mediateca/videos/20081017/famosa-foto-muerte-miliciano-robert-capa-verdadera/318600.shtmlFederico García Borrell, el "Taino", miliciano alicantino anarquista de Alcoy, fallecido en el cerro de La Coja, Monte de las Malagueñas, en Cerro Muriano (Córdoba), en septiembre de 1936, y retratado supuestamente en el instante de su muerte el mismo día 5 de este mes por el fotógrafo Robert Capa.

Críticos españoles e italianos han superpuesto dos de las imágenes de caídos tomadas por Capa en Cerro Muriano y han deducido por la coincidencia del fondo y de numerosos tallos concretos de hierbas y pasto, que los dos supuestos fallecidos caen exactamente en el mismo lugar, lo que avala la tesis de que al menos uno de los dos fingía su muerte.

Lugar exacto, en la actualidad, del escenario de la muerte de Fedrico Borrell, en el cerro de la Coja, Monte de la Malagueña, en Cerro Muriano, Córdoba.

Una necrológica desmiente que el "Taíno" sea el hombre de la fotografía 'Muerte de un miliciano'

Ampliar fotoMuerte de un Miliciano
Muerte de un miliciano: famosa instantánea de Robert Capa.RTVE
  • El documento indica que el miliciano murió detrás de un árbol y no como muestra la foto
  • Muerte de un miliciano es una de las fotos más simbólicas de la guerra civil
  • El hallazgo ahonda más sobre la controversia de la veracidad de la instantánea
RTVE.es / EFE ALICANTE 19.12.2008Una de las fotos más simbólicas de la guerra civil vuelve a ponerse en tela de juicio. El mito de Muerte de un miliciano podría desmoronarse.

Una necrológica hallada en el Archivo municipal de Alcoy (Alicante) desmiente que el vecino de esta localidad, Federico Borrell García, más conocido como Taíno, fuera el retratado por Robert Capa en la fotografía Muerte de un miliciano.

La famosa instantánea fue tomada el 5 de septiembre de 1936 y, supuestamente, refleja el momento de la muerte del miliciano alcoyano Taíno. Pero según la noticia de defunción, el Taíno no murió en ese momento.

"En el artículo se relataban las circunstancias de la muerte del miliciano, que no coinciden en nada con la fotografía tomada por Capa", ha explicado el director del archivo alcoyano, José Luis Santoja.

Los datos no concuerdan

El investigador Miguel Pascual ha encontrado una necrológica sobre el Taíno hecha por un compañero miliciano (Borrell Fenollar) y publicada justo un año después de su muerte en las páginas del periódico anarquista Ruta Confederal, cuyo único ejemplar conocido se conserva en el archivo alcoyano.

Según el director del archivo alcoyano, José Luis Santoja, "el artículo escrito por Borrell Fenollar, compañero del miliciano Federico Borrel García Taíno, relata que éste murió de un tiro mientras estaba parapetado detrás de un árbol, y no como refleja la fotografía de Capa".

Mito de la instantánea de Capa

La foto Muerte de un miliciano se publicó el 23 de septiembre de 1936 en la revista francesa Vu conviertiéndose desde entonces es una de las instantáneas más míticas no ya de la Guerra Civil Española sino de la fotografía de guerra en general.

Desde entonces muchos son los que afirman que el fotógrafo Robert Capa retrató el momento de la muerte de el Taíno en esta instantánea. No obstante, la veracidad de la foto ha sido cuestionada. Aunque algunas investigaciones parecen demostrar que la foto es real existen opiniones que, por ejemplo dudan de la identidad del miliciano muerto.

El descubrimiento de la necrológica que señalaría que el Taíno no murió cuando se tomó la instantánea arroja más dudas sobre este mito.

El Taíno fue un anarquista español que luchó en la Guerra Civil Española en las milicias de la CNT y que es mundialmente conocido por haber sido retratada su muerte en combate por el fotógrafo Robert Capa en la instantánea Muerte de un miliciano.

La famosa foto "Muerte de un miliciano" de Robert Capa es verdadera
Ver vídeo  'La famosa foto "Muerte de un miliciano" de Robert Capa es verdadera'
La famosa foto "Muerte de un miliciano", que tomó Robert Capa en la Guerra Civil española ha estado durante decadas perseguida por la duda de si fue un montaje. Ahora, una exposición en Londres muestra nuevas fotos de Capa que prueban que aquel miliciano murió de verdad.

martes, 16 de diciembre de 2008

Penúltima entrega sobre "Muerte de un miliciano"

Los productores del documental "La sombra del iceberg" han avanzado un trailer de su trabajo, así como un extracto de un par de minutos de duración. Ambos son visionables en la página de "EL PAIS". Es brevísimo lo que puede verse en él, pero el extracto es muy intenso y genera nuevas dudas acerca de la imagen "Muerte de un miliciano" y sobre el trabajo de Robert Capa en Cerro Muriano durante aquella jornada.

En este extracto puede oirse y verse lo siguiente:

"...Resumamos: la serie oficial del miliciano la componen cinco fotografías..., bueno, seis, si se cuenta al segundo miliciano supuestamente muerto. Pero hemos encontrado más. En la revista francesa "Regards" de aquel mes de septiembre de 1936 hay otras tres...."

"...En una de ellas hay un tercer miliciano con casi el mismo encuadre que el de la mítica imagen. Ya van tres. ¿No dijo Capa haber disparado su cámara una vez y al azar?..."

"... En otra hay dos muertos imaginarios, porque la ciencia forense nos lo deja bien claro, o se muere boca arriba o boca abajo, y estos dos milicianos están en equilibrio..."

"...Y la más desconcertante: ¿qué fotografo de guerra se hubiera colocado entre el fuego cruzado de seis milicianos inexpertos y del del enemigo?..."

El documental promete revelar más sorpresas. Muchos ansiamos ya poderlo ver con detenimiento. ¿En qué circuitos comerciales se distribuirá? ¿DVD? ¿Televisión?... Estaremos al tanto y seguiremos informando. Mientras tanto, podéis visionar el extracto y el trailer en http://www.elpais.com/multigalerias/elpgal/miliciano_robert_capa_sombra_iceberg/20081215elpepucul_1/Zes

lunes, 15 de diciembre de 2008

Una fotografía convertida en leyenda: niegan que Borrel sea el miliciano muerto

Y hoy publica EL PAIS una nueva contribución al misterio sobre la autenticidad de la foto "Muerte de un miliciano de Capa". Un reportaje documental titulado "La sombra del Iceberg" y dirigido por Hugo Doménech y Raúl M. Riebenbauer, sostiene haber probado que el miliciano de la fotografía no era Federico Borrell y que su erronea identificacion por Mario Brotons fue alentada por Cornell Capa, hermano de Robert, y por Richard Whelan, su biógrafo oficial, por intereses comerciales y mediáticos. Puede leerse este nuevo capítulo de la saga en http://www.elpais.com/articulo/cultura/documental/desmonta/mito/miliciano/Robert/Capa/elpepicul/20081216elpepicul_4/Tes, información que no hace otra cosa que acrecentar la fuerza de esta imagen legendaria.




Un documental desmonta el mito del miliciano de Robert Capa

'La sombra del iceberg' sostiene que el soldado muerto no es Federico Borrell


MIGUEL ÁNGEL VILLENA - Madrid - 16/12/2008
Es la imagen más simbólica y más difundida de la Guerra Civil española y una fotografía estremecedora de la muerte en directo. Robert Capa tomó la instantánea de un miliciano que acababa de ser abatido en el cordobés Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936. Durante casi seis décadas, el héroe republicano fue un desconocido, pero en 1995 un historiador de Alcoy creyó identificar en aquel miliciano al alcoyano Federico Borrell García, sin aportar ninguna prueba concluyente, todo basado en intuiciones, igual que las impresiones de una sobrina del soldado. Pero la mitomanía en torno a Capa alentó esta versión, más atractiva sin duda, de un héroe con nombres y apellidos. La sombra del iceberg, un documental rodado en dos años, demuestra, a través de testimonios y de documentos, que el célebre miliciano fotografiado por Capa no era Borrell y que vuelve a ser un soldado anónimo. Dirigido por Hugo Doménech y Raúl M. Riebenbauer, el documental se estrena el viernes próximo en salas de Madrid, Barcelona, Valencia y Alicante tras haber ganado algunos premios en festivales.







"A veces es muy difícil detener una mentira", afirman los realizadores
Una necrológica de Borrell relataba su muerte, muy distinta de la fotografía
"A veces una mentira", comentan los realizadores del documental que lleva como subtítulo Una autopsia de la mítica fotografía de Robert Capa 'El miliciano muerto', "empieza a rodar y resulta muy difícil detenerla. Creo que nuestro exhaustivo trabajo de investigación revela con declaraciones de editores gráficos, estudios de forenses y, sobre todo, con crónicas periodísticas de la época que Federico Borrell García no es el soldado de la foto. Es más, un hijo de Mario Brotons, el historiador alcoyano que reveló la identidad, ha afirmado que su padre, fallecido en 1995, se basó en intuiciones personales y nunca tuvo certeza histórica de su afirmación. Brotons aseguró en aquel año que lo había confirmado en el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, un centro que nunca visitó".
Ahora bien, la prueba más aplastante se refiere a una necrológica en la revista anarquista Ruta Confederal, a finales de 1937, en la que un amigo de Borrell evocó las circunstancias de su muerte en Córdoba y escribió: "Le veo tendido detrás del árbol que le servía de parapeto (...) Aún después de muerto empuñaba su fusil". O sea, una situación radicalmente distinta del muerto de Capa, fulminado en campo abierto. Otro lugar común que han desmontado Hugo Doménech, profesor de Fotografía en la Universidad de Castellón, y Raúl M. Riebenbauer, periodista y guionista, apunta a que, según los datos historiográficos y declaraciones de personas presentes en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936, en aquella jornada murieron varios combatientes republicanos y no sólo Borrell, como han sostenido algunos. No como conclusión del documental, sino sólo como "duda razonable", sus directores plantean también que la foto pudo ser tomada por Gerda Taro, compañera de Capa.
En cualquier caso, la pregunta obligada se halla en las razones del entorno de Robert Capa -integrado por su hermano Cornell, y su biógrafo oficial, Richard Whelan, ambos fallecidos hace poco- para escudarse en esa versión del miliciano identificado y poner todo tipo de obstáculos a los realizadores de La sombra del iceberg para su investigación. "Para Cornell Capa o Whelan", manifiestan los cineastas, "era preferible, digamos más comercial o más mediático, que el miliciano tuviera una identidad concreta a que fuera un tipo desconocido. Ellos también se aprovecharon de que los periodistas, en muchas ocasiones, y hablamos de una crítica y autocrítica, no tenemos ganas o no disponemos de tiempo para ser rigurosos. Por eso hemos dedicado dos años a viajar por media España y media Europa para conocer la verdad de una foto que a los dos nos ha fascinado desde hace años".
Fervientes admiradores de Capa y de su contribución al fotoperiodismo del siglo XX, los directores de La sombra del iceberg destacan la brillante y equilibrada composición de la imagen del miliciano, así como la dramática verdad de la tragedia, de la muerte. "Además", señalan, "se trata de una foto hecha en defensa de unos ideales justos, como era la causa de la República española". El mito de Capa se ha agigantado con el tiempo, y en la actualidad una amplísima exposición, abierta hasta el 25 de enero, repasa su trabajo en el Museo Barbican de Londres. Ahora bien, tal vez habría que dejar de lado la mitomanía. ¿Qué más da que el miliciano sea un desconocido? Cuando en julio de 1937 la revista Life dedicó un reportaje a España, ilustrado con la célebre foto, tituló así: Muerte en España. La guerra civil se ha cobrado medio millón de víctimas en un año. El soldado de Cerro Muriano era uno más, una anécdota convertida en categoría, un símbolo.

domingo, 14 de diciembre de 2008

La sexta imagen de la secuencia "Muerte de un miliciano" de Capa

El diario EL PAIS publica hoy, 14 de diciembre, un extenso reportaje centrado en la figura de Robert Capa y titulado “Capa, reportero gráfico del siglo XX” . La información está dedicada a la edición de una antología de bolsillo de las instantáneas más célebres del fotógrafo húngaro (ver http://www.elpais.com/articulo/cultura/Capa/reportero/grafico/siglo/XX/elpepucul/20081212elpepucul_3/Tes) y complementaría a otra información de 6 de mayo de 2008, titulada “El hilo de la "maleta mexicana" de Robert Capa” en la que se refierían los esfuerzos que la investigadora Kristen Lubben, conservadora en el International Center of Photography (ICP) de Nueva York, está llevando a cabo para desentrañar los enigmas de la caja perdida y recientemente hallada en Méjico con fotografías de Capa, Gerda Taro y David Chim Seymour.

Es esta última información la que me ha hecho recordar que allá por el mes de octubre, los medios de comunicación internacionales aseguraron que en el interior de la maleta mejicana se había encontrado una imagen relacionada con la instantánea de la supuesta muerte de Federico Borrell en Cerro Muriano. La famosa secuencia de 5 imágenes, comentada en este blog en la entrada "Muerte de un miliciano" del 6 de junio y ampliada dos días después en la entrada “Nuevamente sobre "Muerte de un miliciano", parece ser que no estaría completa sin una sexta fotografía, que publicaba el diario EL PAIS el pasado 5 de octubre y que por un inexplicable olvido --ruego me disculpen--, no llegue a mencionar en “Todos los Rostros”. La imagen, procedente de unos contactos, ha sido interpretada por muchos de sus analistas como un confirmación más de la verosimilitud de la instantánea de la muerte de Borrel. La fotografía es ésta:


Y el texto que componía la información de EL PAIS es éste:
http://www.elpais.com/articulo/cultura/soldado/fotografo/muerte/elpepicul/20081005elpepicul_1/Tes

REPORTAJE: Un icono de la Guerra Civil
El soldado, el fotógrafo y la muerte
Unos contactos disipan dudas sobre la autenticidad de la célebre imagen de Capa
ANTONIO JIMÉNEZ BARCA - Madrid - 05/10/2008
"El 5 de septiembre de 1936, un mes y medio después de que comenzara la Guerra Civil, un miliciano anarquista de 25 años, algo bravucón, murió en un cerrillo cordobés de un balazo disparado por un francotirador marroquí. A muy pocos metros, metido en una trinchera, un fotógrafo húngaro de 23 años que nació con un dedo meñique de más, simpático, mujeriego y valiente, disparaba su cámara en el mismo segundo, apuntando al mismo soldado. El miliciano, Federico Borrell, murió en el aire; el fotógrafo, Robert Capa, se escondió en la trinchera sin saber que acababa de hacer la foto más famosa de la Guerra Civil y se volvió a levantar poco después para, jugándose el pellejo, retratar a otro anarquista que también moriría en el mismo sitio un minuto después.
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Borrell y los suyos se despliegan por el monte y ocupan las trincheras
El miliciano murió en el aire; Capa acababa de hacer su foto más famosa

No se sabe dónde está enterrado el miliciano Federico Borrell
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La fotografía de Borrell, conocida a partir de entonces como El soldado caído, estaba destinada a convertirse en un icono de la Guerra Civil y de cualquier guerra gracias a su incomparable potencia simbólica. También a arrastrar la duda de haber sido falseada, debido, entre otras cosas, a su extraña y visceral perfección, a su oportunidad inaudita al retratar el instante mismo de la muerte del soldado en un soleado páramo español.
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Una exposición que será inaugurada el 17 de octubre en Londres bajo el título de Esto es la guerra, Robert Capa trabajando, aporta nuevas fotografías encaminadas a zanjar la cuestión. Una de ellas es reveladora: muestra el cadáver del segundo miliciano retratado por Capa, tendido en el cerro. El contacto fue encontrado hace un par de años por el biógrafo oficial de Robert Capa, Richard Whelan, junto con otras decenas de negativos perdidos hasta entonces pertenecientes a la desordenada herencia del fotógrafo. Gracias a estos contactos se sabe ahora mejor lo que ocurrió antes y después de la foto en aquel atardecer en Cerro Muriano.
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Federico Borrell García, Taino, había nacido en Benilloba, un pueblo de la sierra alicantina. Fue el quinto de seis hermanos de una familia pobre. Su padre, Vicente Borrell, Batallón, labrador, murió cuando Federico contaba seis años. La madre, María García, La Taña, decidió emigrar a la cercana e industriosa Alcoy con toda la prole cuando consiguió un trabajo de criada. Federico aprendió a leer y a escribir y se hizo tejedor. Como otros muchos jóvenes de la zona, también era anarquista. Era presumido, echado para adelante, amigo de figurar. Tenía los pómulos muy marcados, un rasgo físico peculiar que compartía con su padre y su hermano. El concienzudo y tenaz historiador local Miguel Pascual ha reunido ésta y otras informaciones tras rastrear archivos de Alcoy y preguntar a los testigos o recordar lo que éstos dijeron en su época. "Mi abuelo le conoció", explica Pascual Mira, "y me contaba que Taino era algo alocado".
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El 1 de septiembre, días después de asaltar el cuartel de Infantería de Alcoy y hacerse con armamento ligero, munición y correajes, una columna miliciana anarquista compuesta por unos 300 hombres parte hacia el frente andaluz, dispuestos a colaborar en el intento republicano de contener a las tropas del general Varela, acuartelado en Córdoba. Entre ellos figura Taino. La vida le va bien por entonces: está a punto de casarse con su novia Marina. Ha dejado guardado en Alcoy un traje recién comprado para la boda. En la columna va también su hermano Evaristo, cinco años menor, y un adolescente llamado Mario Brotons que con el tiempo jugará un importante papel en esta historia.
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Taino y sus compañeros suben a Cerro Muriano, una aldea situada a pocos kilómetros de Córdoba al amanecer del día 5. Se despliegan por el terreno, ocupan las trincheras. No hay que pensar en un ejército organizado, bien armado y coordinado, sino más bien en un puñado de "civiles con escopetas", en expresión del historiador Francisco Moreno Gómez. Sus oponentes sí componen un ejército profesional con experiencia.
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Ese día, el general Varela inicia una ofensiva por la sierra cordobesa. Los cañonazos que resuenan demasiado cerca aterrorizan a los habitantes de Cerro Muriano, que salen de sus casas y escapan a la carrera en busca de un lugar más seguro. A la hora de la siesta, cuando por el flanco izquierdo del frente avanza en silencio una columna nacional de marroquíes bajo el mando del coronel Sáenz de Buruaga, los milicianos de Alcoy reciben una visita inesperada. "Aquel día llegaron a Cerro Muriano al menos tres vehículos de periodistas", escribe Moreno Gómez en su libro 1936, el genocidio franquista en Córdoba (Crítica), que se publicará este mes. En uno de los coches viaja Robert Capa y su novia, la también fotógrafa de guerra Gerda Taro.
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El frente está tranquilo a esa hora. Capa aprovecha para captar a un grupo de milicianos en una trinchera, con los fusiles en alto, saludando. El hombre de la camisa clara de la izquierda que sonríe mirando hacia un lado es Federico Borrell y morirá en un rato. El tercero por la izquierda, con bigote, también.
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A partir de aquí las versiones no coinciden. El historiador Gómez Moreno, basándose en un detallado estudio de los movimientos de tropas, concluye que Taino y los suyos se vieron sorprendidos por el ataque de los regulares de Sáenz de Buruaga y que acudieron, corriendo ladera abajo, a taponar el flanco. "Todo un negro panorama que hace impensable que Robert Capa tuviera ni tiempo ni oportunidad para ensayar fotomontajes", afirma. En la batalla muere Borrell.
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El biógrafo oficial del fotógrafo, Richard Welham, fallecido en 2007, en un artículo publicado tres años atrás en la revista Aperture, reconstruye esa tarde de una forma un poco diferente. Este estudioso coincide en situar la llegada de Capa y el resto de los corresponsales al inicio de la tarde. Como la zona estaba tranquila, Capa convence a los milicianos para que posen para él con sus armas. Éstos se prestan. Y desarrollan varias maniobras de avance en grupo, de salto de trincheras, de tiro.... Los 40 negativos expuestos ahora en la exposición de Londres así lo confirman. Cynthia Young, responsable de la exposición y que ha examinado cuidadosamente todas las fotografías añade: "Es evidente que mientras Capa y Taro hacen las fotografías no están en el corazón de ninguna batalla".
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Pero estas maniobras aparentemente inofensivas atrajeron al enemigo. O, de creer al historiador Moreno Gómez, fue entonces cuando llegó la columna de Sáenz de Buruaga. El caso es que el ejercicio se volvió trágico. Welham lo ha reconstruido así: Capa se encontraba en una hondonada o una trinchera. Al pie de ella, estaba Federico Borrell. A unos metros a su derecha, el otro miliciano de bigote. Es en ese preciso momento cuando una bala impacta contra Taino. Capa se agacha en la trinchera. El miliciano de bigote, que jamás ha sido identificado, se pone de rodillas para ofrecer menos blanco, coge a Borrell por las axilas y, ayudado por sus compañeros, conduce a Federico a la trinchera. Después, cuando está recogiendo su fusil, es abatido a su vez, casi en el mismo sitio que Federico. Capa retrata también ese momento. Y asimismo, su cadáver, en una tercera foto que no se había visto hasta ahora.
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Al día siguiente, el hermano pequeño, Evaristo Borrell, dejaba el frente y regresaba a Alcoy para informar a sus hermanas de que Federico había muerto. Su hija, Empar Borrell, la sobrina de Federico, recordaba el lunes pasado que su padre guardó para siempre una idea particular y penosa de ese día de guerra: "Ya no se volvió a presentar voluntario. Es más, siempre nos aconsejó que no nos presentáramos voluntarios para nada en la vida". Años después, Evaristo se casaría con el traje de boda que Federico había dejado sin estrenar. "Por entonces había muy poco dinero y no era cosa de desaprovecharlo", explica Empar con una sonrisa. El rastro de la novia de Federico se desvaneció para siempre: "De Marina no sabemos qué vida llevó o qué hizo: mi padre perdió el contacto para siempre".
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También el rastro de la historia de Federico y de Evaristo y de la columna anarquista de Alcoy se fue perdiendo salvo para los familiares y los historiadores locales. Mientras tanto, la foto del miliciano se convertía en un icono planetario y se reproducía en todas las revistas y periódicos del mundo. También de Alcoy. Un día, Mario Brotons, aquel adolescente que con 14 años había luchado en Cerro Muriano, convertido ya en un hombre de 75 y tras escribir un libro en el que relataba su aventura en la columna anarquista, Retazos de una época de inquietudes, aseguraba que su paisano Taino era el miliciano derrumbado en la foto. La madre de Empar, la cuñada de Federico, que aún vivía entonces, lo confirmó. El biógrafo Welham lo dio por bueno.
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Con todo, El soldado caído sigue concitando interpretaciones encontradas. Hay dos documentales que lo corroboran. Uno de ellos, Los héroes nunca mueren, estrenado en 2004 y dirigido por Jan Arnold, reconstruye los hechos acaecidos en Cerro Muriano y localiza el lugar exacto en el que Borrell caía abatido, denominado Cerro de la Coja. Arnold no cree que la foto de Capa sea un montaje: "Él estuvo en muchas guerras, muy cerca de la línea de fuego. Y jamás tuvo necesidad de falsear ninguna foto. No entiendo por qué lo tenía que hacer entonces".
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El otro documental, La sombra del iceberg, dirigido por Hugo Doménech y Raúl M. Riebenbauer y premiado en 2007 en el Festival de la Ciudad de México, cuestiona tanto la veracidad de la foto como el hecho de que sea Taino el que aparece en la imagen. También el historiador Miguel Pascual, basándose en sus propias investigaciones, está convencido de que la foto es un montaje y de que Borrell murió en otro momento de la batalla.
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Young, la organizadora de la exposición, cree que la polémica no acabará jamás. A pesar de la aparición de los nuevos negativos que se exhibirán a partir del día 17. A pesar de la foto del cadáver. "Que haya gente que desconfíe es inevitable. No se ha encontrado la secuencia entera de los negativos. Tal vez se perdió. Tal vez no aparezca nunca. O sí. Pero lo que hay de nuevo da información relevante, que corrobora lo que sostenía el biógrafo Whelan".
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No se sabe dónde ni quién enterró a Federico Borrell. No hay ninguna inscripción en ningún registro. Lo más seguro es que su cuerpo, junto con el del segundo miliciano, estén en el cementerio de Villaharta, a pocos kilómetros de Cerro Muriano, donde acabaron muchos cadáveres de la batalla. De ser así, de ser todo cierto, ahí se encontrará también la bala que atravesó su corazón en el instante mismo en que Capa apretaba el obturador de su cámara Leica."

sábado, 13 de diciembre de 2008

Semblanza de un idealista: Fermín García Allende

Sin ser en exceso risueño, Fermin García Allende era en 1936 un joven de natural afable y generoso, que se solazaba en sus amistades y gustaba de soñar mundos libres de injusticias. Ya con 16 años, Fermín –miembro de las Juventudes Libertarias y del Sindicato de Actividades Diversas de la CNT-- había celebrado un 14 de abril el nacimiento de la nueva República y junto con los suyos, se había regocijado en la inmediata proximidad de la ansiada reforma agraria, de la educación para todos y de la socialización de la riqueza. Pero la guerra primero y la despiadada represión franquista después, truncaron sus esperanzas y convirtieron a este idealista zamorazo nacido en Villalpando en el año 15 en un hombre parco, cauto y reservado.

Su terrible peripecia vital comenzó, como para tantos otros millones de españoles, con la traición de los militares africanistas y de sus confabulados falangistas, carlistas, monárquicos y cedistas el 17 de julio. Para ayudar a hacerles frente, Fermín se alistó en las Milicias Confederadas de la CNT. Durante un breve periodo de tiempo estuvo destinado en la Cárcel Modelo de Madrid, llegando a hacer guardias en este centro penitenciario en la época de los sucesos de noviembre de 1936, coincidencia involuntaria que marcó para siempre su devenir. Miembro del Ateneo Libertario del madrileño barrio de Pacífico, Fermín tomó parte en reñidas batallas en las zonas de El Escorial. Posteriormente se encuadró como soldado del grupo de sanidad de la 40ª Brigada Mixta, participó en acciones de guerra en el frente de la Ciudad Universitaria y fue adscrito a diversos servicios civiles en el Ministerio de Hacienda.


Carnet de soldado de la 40ª Brigada Mixta

Tras casi tres años de guerra y antes de la derrota final, Fermín consiguió huir de Madrid para embarcar en algún deseado navío, supuestamente anclado en el Puerto de Alicante. Pero como Fermín, decenas de miles de republicanos fueron abandonados a su suerte y hechos presos en marzo de 1939 por los soldados fascistas del italiano Corpo Truppe Volontarie. Luego de una horrenda estancia en el Puerto de Alicante, fue trasladado al campo de concentración de la Plaza de Toros de Alicante y de allí al campo de Los Almendros de triste recuerdo.

Después de su interrogatorio y clasificación, fue enviado a Madrid para ser juzgado. Sufrió tremendas palizas en la madrileña Comisaria de Policía de Conde de Toreno y tras el juicio (expediente 550 bis), fue condenado a tres penas de muerte y encerrado a la espera de su ejecución en la cárcel de Porlier, en la que permaneció durante dos años. En su misma celda, junto a otros muchos que fueron fusilados, se encontraban Zabalza y Rubiera. Los únicos que lograron salvarse del numeroso grupo de condenados a muerte de esta celda fueron Eduardo de Guzmán, Rafael Henche de la Plata y Fermín García Allende. Gran parte de estos padecimientos los relató de Guzmán en su libro “Nosotros, los asesinos”, en cuya página 405 (Editorial G. Del Toro) puede leerse una mención a Fermín.

Imagen de presos durante una misa en Porlier. En el rostro de uno de ellos, con el recuadro en rojo, Mariano García cree poder identificar a su padre Fermín.

Conmutada las sentencias por 30 años de prisión, Fermín conoció torturas, palizas, represión y sufrimiento en carne propia y fue testigo forzado en las ajenas de sus compañeros de padecimiento, ya que se le trasladó a la cárcel de Santa Rita (Madrid) y de allí a las de Porta Coeli (Guadalajara), Burgos, cárcel de Tabacalera (Santander), cárcel de Valdecillas, Fuerte de San Cristóbal (monte Ézkaba, Pamplona), cárcel de Cuellar (Segovia) y cárcel de Yeserías (Madrid), conociendo durante su encierro la dolorosa noticia de la muerte de su hermano, en la cárcel de Segovia. A finales de 1947, Fermín obtuvo la libertad condicional con destierro.
Fuerte de San Cristóbal, Monte de Ezkaba, Pamplona, Navarra. 1942. Fermín García Allende se encuentra justo delante de la ventana pequeña izquierda, con boina.

Fermín García Allende, en el Fuerte de San Cristóbal, Pamplona. 1944.

A la izquierda, con boina, Fermín García Allende, en el Fuerte de San Cristóbal, Pamplona. 1944.

Fermín García Allende, con gafas negras, en el Fuerte de San Cristóbal, Pamplona. 1944. Posiblemente, durante la "celebración" de la Fiesta de La Merced, patrona de los presos.


Francisco Belmonte fue un compañero de prisión del Fuerte de San Cristóbal (Pamplona) muy apreciado por Fermín García Allende. Éste tenía una fotografía suya (la inmediatamente superior a la manuscrita) y con motivo de su muerte en la enfermería del Fuerte, a las 9 de la noche del 2 de mayo de 1944 --o quizás del 19 de diciembre, aunque es poco probable esta segunda fecha--, quiso Fermín dejar testimonio de este fallecimiento y de la sincera amistad que los unía escribiendo una sentida dedicatoria en el reverso de esta imagen de Belmonte.
Prisión de Cuéllar, Segovia. 1944. Fermín García Allende, es el segundo por la izquierda, en la fila superior, con gafas negras.

Fermín García Allende, tercero por la derecha y con gafas negras, en algún lugar no identificado ni referenciado, junto con otros compañeros de prisión (o batallón de trabajadores), posiblemente durante la "celebración" de la festividad de La Merced.

Fermín García Allende, cuarto por la derecha de la fila superior y con gafas negras, en algún lugar no identificado ni referenciado, junto con otros compañeros de prisión (o batallón de trabajadores), posiblemente durante la "celebración" de la festividad de La Merced.
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Tras su salida de prisión, Fermín se casó. Tuvo seis hijos, pero todos vinieron al mundo con grandes carencias. Dos de los chicos murieron siendo niños y el resto pasaron mucha hambre, ya que por su condición de expresidiario condenado a muerte, nadie se atrevía a darle trabajo. Para subsistir, Fermín compraba sacos de cortezas de cerdo y se dedicaba a venderlas por los bares. Con el tiempo consiguió un empleo de camarero, trabajando muchos años en el Café de Oriente (Atocha) y en el Café del Prado (C/Prado, esquina a C/León) en Madrid. Tras muchos esfuerzos para intentar obtener el permiso de las autoridades policiales franquistas, fue autorizado a emigrar a Alemania en 1962. Allí reanudó su militancia en la CNT del exilio, y en 1965 consiguió el reagrupamiento familiar, gracias al cual pudo educar a sus hijos en el respeto y en el compromiso por la libertad y por la sociedad. Jubilado en 1980, Fermín regresó a España, poniendo fin a su exilio económico y personal. Su conciencia y su ideología fueron anarquistas hasta el final de sus días, hecho que se produjo en noviembre de 1.996.

Las fotografías y los datos biográficos de esta entrada han sido remitidos a este blog de “Todos los Rostros” por su hijo Mariano García, el cual regresó a España del exilio económico familiar en el año 1982. Las imágenes y los textos que nos ha facilitado son buena muestra de los muchos años de penalidades y sufrimientos de su padre. Con ello, Mariano –y el autor de este blog— desean que su publicación sirva como justo homenaje e imborrable recuerdo de la recuperación de la dignidad y de la memoria de Fermín García Allende, idealista y anarquista español.