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viernes, 17 de abril de 2015

Valdenoceda, de lugar de exterminio a paradigma de la Memoria recuperada sólo gracias al esfuerzo de unos pocos: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 107.

Como tantos pueblos, villorrios y aldeas rurales venidas a menos con las décadas y los siglos de despiadada urbanización galopante, es hoy Fontanosas una minúscula pedanía manchega que tiene 120 habitantes pero que a finales de los 30 del pasado XX contaba sin embargo con varios cientos. Dependiente administrativamente en una parte de Almodóvar del Campo y en otra de Abenójar (Ciudad Real), según el padrón de 1940 eran 210 los varones mayores de 18 años y menores de 70 naturales y vecinos fontanareños. Y de ellos, al menos el 40% fueron víctimas de la represión franquista. Dos de cada cinco varones adultos. Presos, fusilados, desaparecidos, muertos... Cuarenta de cada ciento. Cuarenta. De cada cien.

En la lista de fontanareños desafectos al régimen franquista
elaborada en abril de 1941 que se custodia en el Archivo Municipal de Almodóvar del Campo figuran --además de 13 fusilados, 2 muertos en prisión y 2 asesinados por razones políticas-- otros 52 nombres,  la mayor parte desafectos presos, 3 escapados a Francia y 3 en batallones disciplinarios. Entre los asesinados, sagas familiares compuestas por hasta tres hermanos. Y, como en los pueblos, apellidos linajudos históricamente republicanos que se repetían en cada censo y lista elaborada por los represores. Uno de estos apellidos fue el de los Escribano, en este caso antecedido por Ruiz como primero.

Los hermanos Ruiz Escribano, Grazeliano e Inocente, hijos de un matrimonio de pequeños labradores pobres ciudadrrealeños, habían estado combatiendo en diferentes frentes durante la guerra y al término de la misma fueron apresados, siendo conducidos a centros de detención. Grazeliano, veterano sindicalista de la CNT, fue llevado prisionero a Almodóvar procedente de Guadalajara el 12 de julio de 1940. Inocente ya estaba allí y de allí salió camino del penal de exterminio de Valdenoceda (Burgos) el 6 de agosto de ese mismo año. La vicisitud vital de Grazeliano fue quebrantada abruptamente por sus asesinos en el cementerio de Ciudad Real, en cuyas tapias fue bárbaramente fusilado el 15 de febrero de 1941. Su deudos nunca supieron de su suerte, y sólo el empeño de alguno de ellos por conocer, les permitió saber que había sido juzgado sumarísimamente, ejecutado antes de que hubieran transcurrido 24 horas y enterrado de forma anónima en el cementerio de la capital manchega, en un fosa ignota nunca encontrada. Sus restos siguen aún desaparecidos.

Inocente fue apresado en la plaza de toros de Granada y desde allí trasladado al campo de concentración de Armilla. Tras recibir un aval de Fontanosas, salió libre pero al llegar al pueblo fue detenido y encarcelado en la sacristía por los falangistas locales. Fue trasladado a la prisión de Almodóvar del Campo el 25 de mayo de 1939 y juzgado el 3 de julio de 1940 en multitudinario consejo de guerra, de donde "escapa" con una condena a 30 años. Trasladado en agosto de ese año a Valdenoceda, con posterioridad su condena se reduce a 20 años. Tras pasar las de Caín en este lugar burgalés de muerte, en junio de ¿1946? obtiene la libertad condicional y se traslada a Fontanosas, pero a los 10 meses es obligado a ingresar en un batallón disciplinario de soldados trabajadores en África.


La tortura y el maltrato a Inocente duró lustros, décadas, pero fue su paso por la espeluznante prisión de Valdenoceda el que marcó por siempre su vida. Allí conoció el hambre y la precariedad deliberada, a buen seguro preparada para causar mortandad entre los antifranquistas. Y la muerte. La Muerte, con mayúsculas. Contaba Inocente que en Valdenoceda “la comida era pésimamente mala. El desayuno se componía de una sopa de ajo, que en realidad era un cazo de agua caliente con unas cabezas de ajos porque las sopas no las probábamos ninguno. La comida casi siempre era lo mismo: coles con patatas y pasaba lo mismo que con las sopas, que las patatas rara vez te tocaba alguna. Muchos en Valdenoceda murieron de hambre". A Inocente le obligaron a tirar diariamente de un carro cargado de muertos en la prisión, camino del cementerio: “Todos los días moría alguno y algunos días dos y tres y su muerte era siempre la misma, de hambre y miseria”.

Para espanto de todos, Inocente narraba que en la prisión de Valdenoceda, vio a uno “comérselo” los piojos “y a otro se le abrió una piojera en el culo y le abrieron un agujero que le cabía una manzana. Esto se lo vimos cuando murió”. ¿Cómo hablar de ésto? ¿Cómo explicar ésto?

Salvó su vida Inocente sólo "gracias a mi hermana Aurelia que me solía mandar algún paquete de harina tostada, la que yo administraba muy bien: por la mañana a la sopa le ponía un par de cucharadas de harina y en la comida hacía lo mismo. Como la daban caliente la movías un poco y hacías un amasadillo que me estaba riquísimo. Gracias a esto pude sacar la piel adelante”. Sólo así Inocente se libró de la muerte. Como Ernesto Sempere, como Isaac Arenal. Como Gabriel Martínez. Pero nunca se libró Inocente de los recuerdos de tortura y opresión sufridos en Valdenoceda.

Otros 160, al menos, aunque algunos sospechamos que muchos, muchísimos más allí murieron y sus cuerpos fueron arrojados al vecino Ebro, reposaron en la fosa sin nombre, enterrados como perros junto al cementerio sacramentado de Valdenoceda. Más de un centenar fueron exhumados hace unos pocos años tras la intervención esforzada de su Agrupación de Familiares. Algunos de los restos identificados serán entregados mañana, sábado 18 de abril de 2015 por los memorialistas a sus descendientes. En espíritu, en esencia, Inocente, Ernesto, Isaac y muchos cientos y miles más estarán allí, al pie de la fosa, en el cementerio, presidiendo el acto, levantando el puño. Y llorando por sus compañeros. Que la tierra les sea leve a todos ellos. Que descansen en paz. Que su ejemplo nos acicate para emularlos.

Inocente Ruiz Escribano con otros compañeros anónimos, en Valdenoceda

Inocente Ruiz Escribano en el 91º Batallón Disciplinario , 2ª Compañía. Foto realizada como prueba de vida el 7 de septiembre de 1944. En la Africa controlada por el franquismo.